El cafelito

Puntuación: 9/10 | Metro: Lavapiés | Web

Lo mejor: que todo es muy bonito

Lo peor: que para estar cómodo debes ser un pitufo

¡Ohhhh! Tenía muchas ganas de hacer una reseña de este lugar porque, en realidad, cumple muchas de las cosas que me encantan, especialmente las estéticas. Todo es bonito en este lugar. Da gusto mirar a cualquier sitio. Hasta la gente es más guapa. Una misma. Me encanta que sean dogfriendly: los perritos pueden pasar (si quieren) y en la puerta tienen su agua en su bebedero. Si se acaba, la rellenas tú misma con la regadera verde que hay justo al lado. Realmente el dueño de este lugar sabe ser detallista y se pone en la piel de los clientes. Estoy segura de que es un amante de los cafés antes de tener esta cafetería. Quizá también tuviera un blog. Quizá me ha copiado todo y viene del futuro para leer mis sugerencias.

A ver: ¿qué más me gusta? Pues las bombillas. Esas bombillas carísimas, enormes, que puedes mirar directamente y averiguar los dibujos de los filamentos. Dan una luz perfecta y, cuando digo perfecta, digo perfecta: si es de día, de tarde, de mañana, si hace frío, calor… no importa. Dan una luz que nunca aprecias como algo importante. Son perfectas por eso, porque dan una luz que desaparece.

El café: ¿Te gusta el café? Pues estoy segura de que odias la calidad, el tueste y la preparación del 90 % de los cafés de Madrid. A mí no me molesta, pero tengo reacciones intestinales que me indican que no debe ser muy sano. Aquí vas a beber un buen café: un café colombiano, bien preparado, no está amargo, no está pasado de tueste, tiene un sabor delicioso. Bravo. Las arriesgadas tazas de latón en las que lo sirven, que quizá no están a su altura de finísimo sabor, y chocan un poco, no importan, porque está realmente bueno.

El zumo: ¿habéis visto en la foto dónde lo sirven? ¡En una botellita perfecta de perfecto cristal transparente que es donde un zumo debe estar! Muy bien. Error grave: las pajitas. Las pajitas son uno de los objetos que más daño hace a los animales marinos. Contaminan muchísimo, podemos vivir perfectamente sin ellas porque para eso tenemos nuestra boca con labios flexibles y adaptables a cualquier cuenco o cuello de botella. A ver, no nos hacen falta y no os voy a contar lo que sé sobre las tortugas con este maldito objeto. Yo, si tuviera un café, pondría una pegatina en la puerta que pusiera algo como «en este lugar no se utilizan pajitas» y estoy convencida de que mucha más gente vendría. No busquéis noticias sobre el tema si sois sensibles. Basta con no usarlas.

¿Qué más? ¡Ah, importantísimo! ¿Cuántos cafés habéis visto en Madrid donde el camarero os sirva un vaso de agua antes de haberos tomado la nota? Exacto, yo tampoco conozco ninguno. Bueno sí, uno, éste: El Cafelito. Pero además ¡ojo! El agua está saboreada de forma natural con cardamomo. ¿Se ha visto mayor delicadeza? Bravo al dueño de este lugar.

Tostadas abundantes, tomate exacto para las tostadas (ni te sobra ni te falta… -siempre es mejor cuando te sobra-). Un buen detalle es que te ponen tres tostadas de panes diferentes. Me gusta la idea, y nunca la había visto antes: en vez de darme a elegir pan blanco o pan integral me pones de ambos. Me gusta. ¿Y esas bandejas? ¿Habéis visto qué cuqui? Nunca uso esa palabra porque soy una tipa dura a la que no le gusta lo cuqui, pero es que no hay una palabra mejor. ¡Bandejitas de pizarra! Sí, sí, habéis leído  bien: pizarra, de piedra pizarra, negra, lisita, con su café.

¿Qué mejoraría? A ver el lugar es muy pequeño y sé que hay que economizar y está bien. Pero yo, que mido 1,78, no quepo en ningún sitio. Es muy pequeñito todo y, como veis en la foto, traen muchos trastos para lo mini que es la mesa. Pero no digo nada porque lo que está bien hecho está bien hecho y no hay más que hablar.

El trato es quizá un poco más distante (cuando no está el dueño) de lo que pide el estilo del lugar. Ese lugar pide a gritos un trato familiar. Uno va allí a sentirse en su salón porque posiblemente no aguante su salón, como dice mi amigo Dan, y eso es labor de los camareros. Hay que saber medir muy bien la forma de ser cercano sin ser intrusivo, pero la distancia no pega aquí.

El precio está bien para lo que es, no tengo pegas, se lo merecen. Si te gastas 5 euros están bien gastados. Es una experiencia muy buena. La música no molesta, nunca te echan del lugar, los baños no los he visto, pero lo tienes que probar.  Un pareado. Hala, venga, a trabajar.

Si pusierais unos periódicos del día ya sería vuestra primera fan.

Fdo.: Tutumaca

 


Una respuesta a “El cafelito

  1. Pasé por Madrid y recordé este post así que no me lo pensé y fui a desayunar. Un sitio genial!! Y un café de-li-cio-so. Muchas gracias por enseñarnos tantos buenos desayunos!!!

    Me gusta

Deja un comentario